martes, 5 de diciembre de 2017

Ilusión

Recién te vi. Estabas caminando por la avenida, con tu sonrisa de siempre y una remera de las pastillas. Tan vos. Parecía que te acercabas a mí y me ibas a abrazar. Vos sabés que necesito un abrazo, y más que nada hoy que tuve un día de mierda. Vos lo sabías y venías a eso. Te acercaste y de repente empezó a desdibujarse tu cara y tu sonrisa. Otra vez me confundí, me ilusioné. Por un rato (que en mi cabeza pareció bastante largo), me olvidé que te habías muerto. En ese mismo instante me invadió la angustia. Pero no tanto por haberme ilusionado de nuevo. Sino porque por primera vez me surgió la duda de cómo te verías hoy. ¿Cómo sería tu cara? ¿Todavía tendrías esa sonrisa tan particular tuya? Me angustié porque enseguida vinieron más preguntas. ¿Cómo sería tu vida hoy? ¿Nos hubiéramos sentado a charlar y arreglar las cosas o seguiríamos siendo los mismos orgullosos de hace seis años?
Pienso que no es casualidad que me haya parecido verte justo en esta semana tan horrible donde quiero tirar todo a la mierda. Pienso que me jugaste una pasada medio jodida pero necesaria, diciéndome que acá estabas. Sonriendo y dispuesto a abrazarme aunque todo sea una puta ilusión. 

lunes, 18 de septiembre de 2017

Tu voz. Ese sonido, ese tono que ojalá no pueda olvidar nunca.
Tu abrazo. Tu cariño, tu perfume y sentirte cerca.

A veces deseo con tanta fuerza volver a verte que siento que estás, de alguna manera, cerca mío. Mi escepticismo de inmediato me vuelve a centrar, pero ese instante cuando siento eso es mágico, inexplicable.

Hace dos años que te fuiste abuelo. ¿Y sabés qué? Acá las cosas están difíciles viejo, a veces te extraño tanto que duele como si me estuviera aplastando un elefante o algo así. Tan pesado, tan horrible es el dolor que significa saber que una de las personas más importantes de mi vida no está más, que no la voy a volver a ver.

Siempre pienso que no fui hecha para la felicidad. Después me acuerdo del día que me hiciste reír tanto contándome ese cuento, esa historia, ya ni se de qué era, sólo me acuerdo de tu voz y tu risa. Y ahí me doy cuenta de que sí, tengo esa capacidad de ser feliz y es tan lindo saber que vos sos mi recordatorio.

Me gustaría pensar que nos vamos a volver a ver, es dificil cuando me falta la fe pero algo me dice que sí, que estás cerca y que en algún lugar nos cruzaremos para seguir alentando a Boca, para reír hasta llorar. Gracias por ser todo lo que fuiste y por seguir siendo eso que vive en mí.

domingo, 25 de junio de 2017

Las cosas que me quedaron por decir

Decidí escribirte porque creo que los pendientes no están buenos, capaz vas a pensar que después de dos años debería tener todo resuelto, haber "soltado" como dicen, o al menos simularlo. Me siento bastante estúpida por no haber podido hacer ni siquiera un "como si" te hubiera superado. Lamento mi estupidez, por vos, por mi, por nuestra relación.
Hay muchas cosas que dolieron y al recordarlas todavía duelen. Como el día que, después de dos años juntos, descubrí que me eras infiel desde que me empezaste a insistir para que salgamos, para que nos demos una oportunidad de ser más que amigos, desde ese día que te dije: no, me vas a lastimar vos ya lo estabas haciendo.
Fuiste mi primer todo. El primero que amé, el primero que me prometió eternidad, el primero al que elegí para hacer el amor. Mientras tanto, algo en mí me decía que todo podía salir mal, pero a esa vocecita la fuiste callando con tus palabras de amor eterno, con tus quiero casarme y tener hijos con vos. Y me convencí, mataste mis inseguridades y apareció la ingenuidad.
Supongo que no te culpo, no quiero que creer que sos culpable. Me acuerdo de ese día, en el que ya convivíamos, estábamos almorzando, te miré con amor, con complicidad y me esquivaste la mirada para posarla en el celular, donde probablemente estabas conversando con la chica con la que salías en secreto. Estabas diciéndome que no me amabas, yo no lo vi. Hubo muchos no te amo que no quise ver. Porque ya la ingenuidad era la reina y la inseguridad no tenia lugar. Ahora con el diario del lunes somos todos genios, decía mi abuelo.
Tener cuentas pendientes pesa, por eso hoy quiero saldar esa deuda que hay entre vos y yo. Nunca pude decirte que después de lo que me hiciste, sentí que nadie más podría lastimarme tanto. Quisiera que eso sea cierto pero voy a volver a amar cuando esta puta herida termine de cicatrizar y, ¿sabés qué? Amar es un poco conceder al otro el poder de lastimarte.
En estos dos años, aprendí que tal vez un poco me quisiste, pero cada uno quiere como puede. Y yo no quiero que me quieran como vos podés. Siempre te costó encontrarte con los fantasmas de tu pasado, cada vez que yo te mencionaba el tema me decías que quería jugar con vos a la psicóloga. Pero realmente creo que esos fantasmas eran los culpables de que no me puedas querer como yo quería; creo que es más fácil para mi creer que ellos fueron culpables.
Por eso, tal vez no tengo nada que perdonarte, tal vez vos creas que en tu mundo, según tus reglas, no me lastimaste, todo es cuestión de perspectivas. Pero me lo debo a mí, esto no es por vos: te perdono. Te perdono por todo lo que haya que perdonarte. Y me perdono a mi, por confiar en alguien que no me inspiraba confianza desde el principio pero también me felicito por haberlo intentado. Supongo que de eso se trata un poco la vida.
Ahora sin pendientes, deseo de corazón que seas todo lo feliz que puedas, que te hayas encontrado con tus fantasmas para que puedas querer a esa chica con la que dice facebook que estás, que parece buena, ojalá la puedas querer como ella quiera.

martes, 18 de abril de 2017

Dicen que no existe el tiempo. Sin embargo, yo lo veo pasar. Lo escucho pasar, lo huelo pasar, lo siento pasar. El tiempo pasa y algunas cosas quedan, otras se van y otras que deberían haber llegado aún no llegan. "Sos joven para pensar en eso" dicen los mismos que juran que el tiempo no existe. Sin embargo, yo se que está pasando, que se me está escurriendo entre los dedos. Y espero, espero pero no llega. Lo que debería llegar no llega. Lo busqué, sí, y tampoco llega. Tengo claro lo que es, tengo claro cómo es. Veo que llega el tren a mi estación y bajan muchas cosas, menos la que espero. Y ahí estoy, detenida en esa estación, mirando las puertas del tren, esperando que baje pero no, es otro tren que viene sin ese pasajero. Cada tren que se va es un golpe más, un poco más de desesperanza. ¿Cuánto más tiempo deberá pasar? Ahí, parada cuando otro tren llega y él no baja... es lo único en lo que puedo pensar.

martes, 24 de enero de 2017

Amiguísimo

Hace poquito entendí que no ibas a volver. Pero no me importa.
Se que igual estás acá por eso quiero contarte que, desde que te fuiste, algunas cosas cambiaron pero otras no.

Ya no me como las uñas pero me sigo mordiendo los labios (y me lastimo sin darme cuenta, como siempre).
Me sigue gustando la música aunque ahora tengo mejor oído (te lo juro).
Sigo comiendo pastas y pizza siempre que puedo pero ahora, con 25 años, mi cuerpo lo sufre un poco más (si estuvieras acá te pasaría lo mismo, no te burles).
Todavía soy amable con la gente pero estoy aprendiendo a que no me pisoteen por eso (gracias a tu consejo: "se buena pero no boluda").
Ya no juego más al tenis, no me da más el físico, ahora hago yoga (increíble, lo se).
Mi helado favorito sigue siendo el dulce de leche granizado aunque aprendí a probar otros gustos (eso te sorprendería mucho).
Me sigo enamorando de pelotudos pero cada vez menos (o al menos hago el esfuerzo de darme cuenta a tiempo).
Ya no sueño con dedicarme a la actuación, la realidad ya me golpeó, pero todavía canto en la ducha y recito textos de mis obras preferidas cuando estoy sola (y en ese momento soy yo misma).
No salgo más a bailar ni tengo miles de "amigos" pero sigo juntándome con los pocos amigos verdaderos que me quedan (no te pongas celoso, seguís siendo el mejor).
Sigo siendo una "nerd" pero ahora tengo un trabajo que le da bastante más sentido al estudio (de verdad, ey).
Descubrí que me pueden gustar otras películas que no sean románticas sin embargo las sigo prefiriendo (y sí).
Siguen sin gustarme las frutas y las verduras pero entendí que las tengo que comer (ya se, un asco).
Disfruto mucho más de la soledad aunque todavía necesito un abrazo y compañía cada tanto (más de lo que quisiera).
Sigo siendo la misma pero crecí un poco (bueno, lo lógico, no?)

Como ves, después de seis años de que te fuiste del mundo y me dejaste acá... (si, perdón, sin críticas, no voy a volver a eso)
Digo, nada cambió tanto, sólo que sigo creyendo que era mejor cuando estabas en el mundo (pero bue... ya se, no estás).
Entendí que no vas a volver, eso dolió, las caídas duelen pero es mejor así.
Igual sigo queriéndote mucho aunque ahora te extraño más que antes.